• Sistema muscular: De la misma manera que en la piel, el masaje estimula las fibras musculares, aumentado y mejorando su actividad, por lo que los capilares musculares también reaccionan al masaje aportando más nutrientes a las células musculares, relajando así la musculatura contracturada o en tensión; además mantiene el tono muscular estimulando las fibras musculares y evitando la atrofia en los pacientes encamados.
• Sistema óseo y articular: Mejora la movilidad de las articulaciones, aumentando la amplitud de movimiento articular. Reduce el dolor, sobre todo, en las lesiones traumáticas como los esguinces, golpes, caídas o alteraciones tendinosas.
• Piel: La acción de las manos sobre la piel provoca que esta se estimule, aumenta la vasodilatación de los capilares existentes en la zona del masaje, aumentando la temperatura de los tejidos tratados entre 2 y 3 ºC, este calor favorece que los tejidos se relajen y se ablanden facilitando la elasticidad de la piel.
• Sistema circulatorio: La presión ejercida por la masoterapia hace que aumente el aporte sanguíneo a la zona tratada, esto ayuda a oxigenar la zona y a eliminar los productos de desecho de las células. Mejora la circulación sanguínea en el tratamiento de las varices y los problemas con el retorno venoso o absorción de hematomas.
• Sistema nervioso: Aumenta la excitabilidad de la fibra muscular, como resultado de las mejores conexiones entre la musculatura y el sistema nervioso. También ayuda en la relajación tanto mental como física.
• Sistema digestivo: El masaje sobre el abdomen ayuda a mejorar la motilidad intestinal, acción que realizan los intestinos para absorber los nutrientes y expulsar los desechos.

La masoterapia promueve la relajación, alivia la percepción del dolor y ansiedad en pacientes con fibromialgia y estimula el cerebro produciendo endorfinas, péptidos opioides capaces de producir analgesia y una sensación de bienestar.